Expulsadas por el sistema

Mujeres con ganas de trabajar y sin oportunidades. Mujeres que buscan a sus 50 años un hueco en un mercado laboral devastado. A pesar de estar al final de su etapa profesional, muchas andaluzas se ven abocadas a una búsqueda de empleo con el que sobrevivir en plena crisis económica. Rosa subsiste gracias a una paga y a pequeños trabajos que realiza a las vecinas de su barrio en Sevilla. María Luisa es, desde hace unos meses, empresaria de una herboristería en una plaza de abastos en Jaén y Natividad ha decidido a sus 55 años estudiar oposiciones para unas plazas que espera que salgan en 2014. Las ofertas inexistentes se reflejan en este cuadro de edad dentro de las estadísticas. 125.100 mujeres de entre 50 y 64 años están en paro en nuestra comunidad. Andalucesdiario.es cuenta algunas de sus historias de lucha.

Rosa Ríos, 58 años, Sevilla: “Cometí el error de mi vida cuando perdí mi trabajo”

Rosa (en la foto) recuerda con nostalgia sus años en la conservera de Algeciras. Era una “mocita” que aún no se había casado con su marido Antonio. Años más tarde encontró trabajo de camarera en el Hospital Virgen del Rocío. “Nunca olvidaré aquellos días en los que yo estaba valorada en un trabajo. Cometí el error de mi vida cuando lo perdí”, afirma. En su informe de vida laboral cuenta con 24 años cotizados a la Seguridad Social. Durante los últimos nueve años no ha cotizado y se fue de su trabajo por graves problemas de ansiedad. “En la vida pasan cosas que hace que pierdas la noción. No quería dar ruido en la empresa y en 2003 decidí darme de baja”, continúa. Ahora, a sus 59 años, nunca imaginó que la temida crisis llegaría a su vida y que su marido, Antonio, perdería su oficio: “Tiene todos los carnés de camión en los bolsillos y desde que se quedó parado no lo han llamado del Inem ni una sola vez”.

Mientras toma café en su barrio de Montequinto, muestra con orgullo la casa que compró con su marido hace una década. “Tenemos hasta piscina pero debo de comunidad e intercomunidad unos 1.200 euros”, admite. Rosa no quiere bajo ningún concepto dejar de pagar la hipoteca y se enfurece al ver desde el único televisor de su casa a las familias que día tras día son desahuciadas. “Cuando puedo y me sale una faenita me voy a casa de una vecina y le hago una limpieza. Hablan los políticos de economía sumergida pero si la gente no llega con las pagas, qué vamos a hacer”, lamenta.

Hace dos meses Rosa propuso a la comunidad prestar sus servicios como limpiadora para saldar sus deudas. “Ahora me quieren dar de alta y yo les he dicho que mi paga de 426 euros no me la pueden tocar”. Su marido, enfermo de diabetes, tiene una baja total y a sus 60 años cobra una prestación de 550 euros. A pesar de contar historias agridulces, a Rosa no le falta nunca una sonrisa. “Yo le digo a mi Antonio que podríamos estar peor”. Cada tarde baja al parque a pasear a su nieto de tres años. Se pone las manos en la cabeza y sonríe: “Es un trasto, pero hay que reconocer que en estos momentos me da la vida”.

Maria Luisa Chando, 52 años, Jaén: “Mucha gente me ha dicho si estoy loca por montar un negocio con esta edad”

María Luisa decidió montar una herboristería con 52 años. Dedicada durante meses al aprendizaje del oficio, creó su propio curso de naturopatía con un amplio vademécum de productos naturales. En febrero de 2013 fundó su propia empresa, La Boutique de la Salud, en el Mercado de Abastos de Jaén. “Ya había hecho cursos sobre nutrición y había trabajado en una empresa de este sector”. En el año 2007 se quedó en paro y se apuntó a diversos programas que ofertaba la delegación provincial de la UGT en Jaén. Auxiliar administrativo, cursos de riesgos laborales, manipulador de alimentos y el grado medio de cocina fue una parte de la formación que obtuvo durante esta etapa de incertidumbre laboral.

Su marido, constructor de profesión, se dio de alta como autónomo y terminó por darle la idea de convertirse en una auténtica emprendedora. “No sabía si este sistema podía dar sus frutos pero mi marido ha conseguido salir adelante y yo quise tener mi oportunidad”, destaca. En febrero de este mismo año, María Luisa se acercó a una oficina de Andalucía Emprende para iniciar su aventura como empresaria. “Monté mi propia empresa porque desde la Bolsa de empleo, donde estaba inscrita, no tenía los puntos suficientes para trabajar”, señala.

El capital inicial de su actividad fueron todos sus ahorros: 10.000 euros que va recuperando poco a poco con los escasos beneficios que arroja un nuevo negocio. “En el mercado la gente no te conoce pero en pocos meses voy haciendo mi pequeña clientela”. El alquiler de su pequeño puesto, de tan solo cinco metros cuadrados, es de 300 euros mensuales. Y el horario es solo de mañana. María Luisa relata que al llegar a su casa “examina desde Internet los diferentes productos para explicar a los clientes las propiedades que tienen”.

A pesar de que los hijos de esta jienense se encuentran en paro es una de las pocas familias de su barrio que están libres de hipoteca: “En mi casa no tenemos grandes deudas pero no es fácil llegar a final de mes”. Tras el primer año de inicio, esta valiente empresaria solo espera coger un primer sueldo que le permita remontar en su herboristería. “Mucha gente me ha dicho si estoy loca por montar un negocio con esta edad. Yo les digo que es mi alternativa y que puedo salir adelante”, concluye.

Natividad García, 55 años, Granada: “Te obligan a que te busques tu trabajo por tus propios medios”

Natividad vive sola en una casa del centro de Granada y lleva varios años sin cobrar ninguna prestación. A pesar de tener 55 años, tuvo la oportunidad de estudiar durante su juventud la carrera de Geografía e Historia. Su vida laboral comenzó a los 33 años dando clases en academias. Al poco tiempo, decidió dedicarse al estudio de oposiciones para la Junta de Andalucía y pudo trabajar como interina hasta el año 2011. “Desde que salí de mi puesto, el movimiento de las listas es casi nulo. Ahora a mi edad es aún más complicado acceder”.

Al salir de su trabajo, llegó el reciclaje hacia otros sectores y comenzó a realizar cursos de formación a los que no ve salida: “Cada vez que terminas un curso te dicen que empieces por ti mismo y seas emprendedor”. La complejidad llega, según destaca Natividad, con la falta de fondos para el inicio de la actividad: “Te obligan a que te busques tu trabajo por tus propios medios”.

Mientras tanto, ha vuelto a retomar las oposiciones para un organismo público de Granada. Prefiere no decir el nombre para que no dé mala suerte. “Voy a intentar sacar la plaza. Y voy a por todas”, confía. Sin cargas familiares, esta granadina intentará una nueva y última oportunidad en el mercado a pesar de que asegura que “estudiar largas horas con su edad no resulta nada fácil”.

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